La luz del Sol se reflejaba en la rizada superficie del mar Mediterráneo emitiendo pequeños destellos intermitentes.
Valeria
los miraba hechizada. Le encantaban las vistas desde el piso que había
alquilado en San Antoni de Portmany.
Era pequeño,
pero encantador. Y esas vistas…
Era justo
lo que ella necesitaba, una casa pequeña, suficiente para ella, a la que poder
impregnar de su personalidad y con unas vistas al infinito, al horizonte del mar
Mediterráneo, allí donde sus pensamientos se perdían y encontraba aquella
tranquilidad que tanto anhelaba.
Había llegado allí hacía un mes. Con
dos maletas cargadas con pocos enseres personales y muchas ilusiones.
Bajó
del avión, aspiró el aroma balear y saludó a su nueva vida con la esperanza de
empezar de nuevo y dejarlo todo (o casi todo) atrás.
No
había sido fácil la decisión de presentarse a las oposiciones de profesora de
secundaria de informática en las Islas Baleares.
En
un primer momento iba a hacerlo en las de la Comunidad Valenciana, pero… Ya
estaba estudiando cuando ocurrió todo, y dado que eran las mismas para ambas
comunidades autónomas, no perdía nada por presentarse en estas, pero sí ganaba
el alejarse de su pasado y poder analizar su vida en perspectiva, lejos de todo
aquello que la atormentaba.
Solo
le había hecho dudar su familia. Para ser exactos, su madre.
Cuando
tomó la decisión sabía el daño que le haría el saber que su hija, a la que había
dado por perdida durante casi tres años, y a la que acababa de recuperar, volvería
a alejarse, esta vez para irse a vivir a unos cuantos kilómetros más de
distancia.
Valeria
había aplicado tan al pie de la letra la idea de poner tierra de por medio con
su pasado, que no solo había puesto kilómetros de tierra, sino también de agua.
Y
eso a su madre le iba a doler.
Pero
lo tenía que aceptar si la quería, y sobre todo, si esperaba que alguna vez
superara todo lo que había vivido. Y encerrada en su Alcoy natal nunca lo conseguiría.
Nunca
tan cerca de él…..
Así
que se presentó y, carambolas del destino (eso, y una gran cantidad de horas de
dedicación), aprobó.
Se
vió de repente informándose sobre los institutos de secundaria de las Baleares,
haciendo las adjudicaciones, viendo días después su nombre asociado a un IES de
San Antoni de Portamany, buscando piso en este, etc…
Sus
recuerdos de esos días eran brumosos. Era como si hubiera estado inmersa en una
borrachera continua que no la hubiera dejado pensar en nada más que no fuera lo
que la ocupaba en esos momentos, ajena a todo aquello de lo que huía. Se había
dejado llevar por la corriente….
Y la
corriente la había llevado allí, a San Antoni, a un piso pequeño pero
encantador.
Se sonrió. Esa era la vida que ella quería y deseaba. Volvió
a mirar el mar, allí donde sus pensamientos se mezclaban con el horizonte, allí
donde no había sitio para el sufrimiento, los recuerdos del pasado, los gritos,
el dolor… allí donde solo había paz.
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